lunes, 15 de mayo de 2017

He ido parcelando al día en pequeñas acciones más o menos importantes y me ha ido bien. Cuando uno tiene tiempo que perder es mejor perderlo de manera adecuada. O lo más adecuadamente posible. He escrito lo próximo que se convertirá en libro: mi propia vida. Por ahora voy contando mi vida en el pueblo desde que nací. Mi vida no es muy importante pero si hallara una forma de contarla que fuera amena o inteligente como lo contó "El Lazarillo", me alegraría mucho. Pero ese libro es un summum de ingenio e inteligencia muy difícil de emular. Yo podría acercarme a su manera de contar de modo que la lectura de mis primeros años fueran algo aleccionador y crítico, como lo es esa novelita. Para ello, no tendría que cambiar la historia en ningún grado sino darle un tratamiento universal o parabólico que todavía no he llevado a cabo pues la historia que cuento es lineal, tal como pasó. El aliciente de contar las cosas simbólicamente es que la historia se hace universal y ejemplar, de modo que adquiere mayor relevancia. Voy a intentar una segunda redacción a ver qué tal me sale. Solo para mis primeros cinco años de vida.

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