lunes, 13 de febrero de 2017

En el libro "Inteligencia emocional", de Coleman se dice que hay momentos en que "todo fluye". Pone ejemplos de profesionales que hacen su trabajo en un "estado de flujo" que parece que no cuesta trabajo el mismo hecho de trabajar. Creo que pone el ejemplo de un cirujano. Hace mucho que no siento ese estado de flujo. Creo que lo viví hace tiempo en que me puse a escribir y todo fluía de manera rápida y sencilla. Yo no estoy relajado frente al ordenador para que aparezca ese estado de flujo pero cuando aparece es muy bonito ver cómo surgen las palabras casi sin parar y sin esfuerzo aparente. Supongo que ese estado debe ser muy vivificante y lleno de expansión vital.
Últimamente, no me sale nada que no sea fruto del esfuerzo y de darle muchas vueltas a la cabeza y nada surge porque sí. Tengo que concentrarme a ver qué voy a hacer y luego el resultado no es tan satisfactorio como yo quisiera.
Un amigo mío me ha dicho que escribir es mi oficio desde que me retiré de ser profesor. Efectivamente. Pero ese oficio no me reporta nada más que preocupaciones porque no me es fácil ponerme a escribir historias o las historias que yo escribo están sin acabar y no se acaban nunca.
No tengo casi tiempo para ponerme a escribir por las obligaciones de la casa y cuando me pongo no se me ocurren ideas válidas o fáciles sino complicaciones de la escritura y de los esquemas narrativos.

Todo lo difícil tiene más mérito


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