miércoles, 13 de mayo de 2015

Ojalá se repitieran días como el de hoy en mis tortuosos circuitos mentales. Hoy no me he reprochado nada, ni he deseado nada más que pasar el día como lo estoy pasando. No he dado vueltas a obsesiones antiguas ni me he lamentado en ningún momento de estar perdiendo el tiempo o de no ser escritor o de no ser profesor o de no ser nada que no sea yo mismo con mi mecanismo. Ya digo que me he levantado de un humor muy tranquilo, muy a gusto con las circunstancias que me tocaba vivir. Total, que me gustaría levantarme así todas las mañanas y no ser mi cabeza un carrusel de ideas negativas que me atormentan durante todo el día. Lo único que he hecho de provecho son unas lentejas y estaban muy buenas y me he dado con un canto en los dientes. Como hace multitud de lumbre en la calle, he estado tumbado toda la hora de la siesta y más allá, de modo tranquilo, perezoso y feliz porque la cabeza no me daba vueltas inadecuadas al caso. He sido feliz hoy y si estas circunstancias que describo pervivieran,  sería feliz más veces en días venideros.
Cuando llega la tranquilidad mental, se disfruta el doble.

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