martes, 30 de julio de 2013

Me gustaría saber más sobre mi propia lengua. Me gustaría saber cómo hablan los de un barrio y los de otro, cómo hablan los andaluces y los gallegos la misma lengua castellana.
Lo podría lograr viajando mucho y haciendo amigos por todo el mundo y observar cómo hablarían ellos mi propio idioma con distintos rasgos dados por su nivel social, su variedad dialectal, el trabajo que ejercen, su sexo, su edad, etc.
Bien es verdad que no hablan igual las mujeres que los hombres, los jóvenes que los mayores, etc porque pertenecen a distintos mundos o distintas maneras de ver la vida y esas diferencias afectan al lenguaje.
Hay una obra de teatro inglesa en que un lingüista acierta dónde viven unos señores por el modo de hablar que tienen.
Desde luego, no me gustaría pertenecer a un grupo social en el que a "enfadarse" lo llaman "chinarse" porque ese grupo social no es de fiar. El lenguaje nos modela a ojos de los demás: hay que tener cuidado y cariño hacia él. Dice un refrán: si es rosa, olerá y si es mierda, hederá: también así con el lenguaje que usemos.   

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