sábado, 14 de septiembre de 2024

 Hasta ahora nunca había envidiado a los ricos. Los envidio porque tienen acceso a un montón de actividades y solventan sus necesidades con un chasquear de dedos. Pero no me dejo engañar por la riqueza. Yo tengo lo mío ganado a pulso pues a mí no me han enchufado en ningún sitio. Los envidio, sí, pero no me engañan. Los ricos están pendientes a todas horas de su dinero, temen por él; sus amigos no son lo que dos pobres amigos disfrutarían de un vaso de vino en un bar. No tienen libertad, tienen miedo a los demás, tienen miedo a que les quiten su dinero. Ellos mismos son una escultura imponente reflejo de su dinero. No tienen sosiego, siempre haciendo planes, negocios, inversiones. No tienen paz de ánimo para estar en algún sitio perdiendo el tiempo y su alma dice siempre lo mismo: quiero más, quiero más.

No conozco a nadie rico ni lo quiero conocer.

Solo que sé que hay cosas que tienen al alcance de la mano y yo no.

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