El que defiende sus razones con mentiras esas mismas mentiras le harán caer al fango de lo falso y ruin. En un rapto de ira, parece que vale todo, hasta mentir diez o quince veces para llevarse el gato al agua. Pero llega un punto en que se te ven las costuras de lo falaz y la gente acaba arrinconándote y señalando con el dedo. Eso le pasa al que no se sabe refrenar y quiere llevar la razón a toda costa faltando a la verdad pero no siempre vale la mentira, sino que la mentira llevará al mentiroso a un agujero de donde no sabrá salir. El iracundo, el soberbio por lo general, miente y oculta las cosas para no tener que dar él explicaciones que pide a los demás. Cuando ya todo el mundo conoce su juego, los amigos ya no son tantos, la gente se harta de él y él cae en el pozo de la mentira sostenida.
La mentira sostiene un poco al mentiroso.
Pero la mentira no dura para siempre.
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