La casa está fresca o más bien fría y hace un sol que no calienta. En agosto yo no me preguntaba sobre la vida y ahora, en septiembre, sí. Cuando uno se pregunta por la vida y la respuesta es negativa, cae un poco en la depresión de no estar bien con el paso de las horas que es la vida. Lo poco que sé sobre los estados anímicos de las personas me hace pensar que si no tienes ganas de nada, si descuidas tu aspecto físico, si no encuentras sentido a lo que haces, tienes una leve distimia, que es estar a disgusto con la vida y contigo mismo. La vida pasa sin embargo, tenga yo u otro aquella cosa o la otra y eso es bueno, que la vida siga. A lo mejor, otro acontecimiento u otro sabor que den las cosas, volverá la racha de estar despreocupado de la vida. El tiempo que pasa es muy benigno para curar la negrura del corazón y digo yo que pronto desaparecerá este tiempo que me hace estar triste. No todo dura mucho y tampoco dura poco para los ánimos malos.
La transparencia de los barrios de Madrid
dan al día la expectación que requiere el corazón.
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