lunes, 30 de septiembre de 2024

 Hoy he leído en El País una columna de José Luis Montero, el director del Instituto Cervantes. Dice este hombre que la redacción de artículos para la prensa ayuda al ser narrativo que llevamos algunos dentro. Me recuerdo yo escribiendo en cualquier papel una idea que me surgía de repente sobre una persona, un lugar (por ejemplo, la plaza de mi pueblo) o una situación graciosa vivida o inventada. El sentimiento que me da esto de escribir es que nunca escribes de lo que realmente te inspira sino que escribes a la fuerza de lo que has empezado a crear. A veces se me ocurren palabras para describir una sensación pero yo ya no llevo un papelito en el que escribir tal sensación. Luego, por las tardes, sigo el hilo narrativo ya impuesto por la historia que estoy escribiendo y ya no tienen lugar en esa historia las sensaciones que tuve, por ejemplo, al estar sentado en una estación de tren y salir de ella un tropel de gente. Lo que sientes y te anima a escribir no es lo mismo que cuando te pones a escribir y yo no soy de esos que lleva una libreta y un boli anotando, pero sí me gusta ver sitios que pudieran prestarse a pasarlo a escritura. En la revista de fin de semana cuenta Pérez Reverte cómo le gusta pasear por los sitios donde va a tener lugar su novela y lo mal que lo pasa después escribiendo y corrigiendo mil y una vez.

Me gustaría ir a Estambul y escribir luego una novela.

No es tan fácil.

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