Esta era una mujer que del pueblo se vino a vivir en las estrecheces de un piso en un barrio de Madrid. Se acostumbró tarde, sin lamentos, pero se acostumbró. Sus hijos estudiaron y trabajaron en la capital y uno de los hijos entraba por la tarde a trabajar. Veían juntos la televisión hasta la hora en que el hijo se marchaba. Veían un concurso de acertar preguntas. El concurso era lo de menos para que los dos iniciaran una conversación sobre la vida. Y les salía muy bien. Luego la vida se puso muy complicada, la madre murió. Todo en el mundo era más inexplicable. El hijo siguió trabajando en la capital. Las penas eran muchas, inconsolables, traicioneras, pero el hijo trabajaba en la capital y recordaba el concurso aquel y el ameno coloquio que trababa con su madre.
No digas que todo fue un error que nunca se acaba.
En esta vida todo se acaba.
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