Ya ha pasado el verano que tiene a julio como mes más caluroso. Ya se pasó la fruta. Ya ha vuelto el trajín de ser hermano. No hay nadie por la calle que resalte entre el gentío. Todos somos ovejas trasquiladas y pastoreadas por un Dios tranquilo. La naturaleza se está quejando todos los días por culpa del hombre. Los destrozos tendrán consecuencias quizás a largo plazo. Y la gente sigue viviendo a espaldas de esos aguijonazos que propinamos a la naturaleza. Los coches andan de allá para acá, contaminando el cielo. Los seres humanos no somos hermanos de la naturaleza. Pronto, habrá una respuesta, una respuesta fuerte y ancha como el mundo lo es.
Los indios norteamericanos lanzaron una maldición al hombre blanco.
El hombre blanco quiere demasiado al dinero que no se puede comer.
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