Los domingos consiguen sosegarte el alma pero no siempre, hay domingos fatídicos y los lunes consiguen humillarte al trabajo, pero no siempre los lunes son de batalla. Las peripecias vitales del ser humano son tan extrañas que no hay teatro ni película que las represente del todo y para todos. La vida te enreda en unas situaciones en las que estás muy a gusto y no quisieras irte de allí, cambiar de escenario, y otras veces es tan intenso, por malo, lo que sientes, que quieres romper el hilo narrativo de la vida y pasar a otra fase más amable del argumento. Y si consigues esto último, te das con un canto en los dientes cien veces. Las complicaciones en que nos metemos a veces juega con nuestros sentimientos y nuestra moral y la vida nos come la ñaña muy fuertemente. A veces desearíamos mandarlo todo al carajo pero no podemos. Dios o la energía que escribe nuestra vida nos dice: aguanta porque es para bien. Y aguantamos. Y no huimos porque es de cobardes. Y pasan días y días y allí estamos, empantanados en una odisea triste, pero eso es lo que nos dan a vivir. Los que disfrutan de la vida ampliamente no tienen derecho a quejarse de nada y sí que deberían ayudar a otros que lo pasan mal o quitarse de en medio si lo que hacen es enmerdarlo todo más. Pronto salimos de un cuento de hadas para caer en una de terror. Y en cuestión de horas.
Dios nos ha creado y escribe nuestra historia.
Más o menos.
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