Escribo y alguien lo lee: es el pacto implícito que hay en este blog. Si dejara de ser interesante, dejarían de leerme. Quizás dejarían de leerme si yo escribiera sobre poesía del siglo XII en catalán. Pero no es el caso. Ayer escribí muy poco de una historia que llevo entre manos. Es la historia de un delito que se comete en familia. Los delitos más duros e impensados se cometen en el entorno familiar. Como el Pelicot. El refugio de la casa, que debe ser eso, un refugio, se convierte en un encubrimiento del delito pues nadie lo ve ni lo sabe. Padres a hijos, hermanos contra hermanos, etc. se van haciendo daño en el seno del hogar y se tapa todo de puertas afuera. Hasta que alguien dice basta. Lo penoso es que nadie diga basta.
La casa esconde secretos y crímenes
nunca resueltos.
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