Ya hemos comido en feliz compaña. Queda la tarde entera para hacer lo que quiera o, mejor decir, lo que pueda. Uno no puede hacer lo que uno quiere a todas horas. Estamos limitados. Nos limita la gente, la moral, nuestro físico, nuestras habilidades, el dinero de que disponemos y la lejanía de los sitios en los que querríamos estar después de comer. Esa brisilla marina que seguramente corre en la playa de Fuengirola no la podemos disfrutar. Fuengirola está muy lejos. No sé si Fuengirola tiene aeropuerto. No sé si Fuengirola es de Málaga. No sé apenas nada de Fuengirola, pero debe de haber en Fuengirola una brisilla, una brisilla marina a estas horas de la sobremesa. La vida nos va cercando con obligaciones e impedimentos que van forjando nuestro carácter para mal o para bien. Yo podría leer de algún libro pero aún no me apetece. Ya llegará el mal tiempo y las horas de casa para leer.
Las hazañas celebradas de los héroes
no nos hacen mucha mella. Estamos cansados de historias.
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