martes, 2 de enero de 2024

 Los días de meseta, con aquella luz tan joven, recordándome. Las piernas que me llevaban a algunos sitios si no nuevos, queridos. La roca berroqueña a los lados del sendero, imponiendo su dureza y su informe grito. Me levanto tranquilo en la tenue claridad del año que comienza. Me debato entre no hacer nada y buscarme alguna ocupación, me meto entre mis bolsillos las manos, consumiendo el tiempo lentamente. Las cosas cambiarán este año quizás para que el tiempo no agonice delante de mis ojos. Vuelvo a casa silbando una melodía de Fats Wiler. Las cosas saben y las cosas están. Siempre será así. No es fatiga ni hambre lo que siento. Siento que la vida no tiene qué darme y me canso de mirar por la ventana. Escribo porque amo lo que no ha sucedido todavía. Escribo porque hay rendijas pequeñas, hay honores futuros, hay dolores activos en mi instante, en mi tiempo de hoy.

Elijo estas palabras porque creo en el fenómeno poético

y salgo de mí mientras despierto al fin estos días finales.


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