viernes, 13 de julio de 2018

Mis familiares constan de mi hermana, mi cuñado y mi cuñada. Luego, están mis sobrinos. Llevo al menos un mes sin ver a ninguno de ellos. Ya comprobé cómo se portaron cuando Paco estuvo malo. Nadie vino a vernos. Mucha llamadita de teléfono pero nadie vino a vernos ni a mi hermano ni a mí. Igual que yo paso de ellos, ellos pasan de mí. Dice mi hermano Paco que es que vivimos en compartimentos estancos y que cada uno va a su bola. Muy bien. Yo considero a mis familiares como a perfectos desconocidos que es lo que realmente son. Ya no los tengo esa tirria que los tenía. Me importan un huevo. Los veo los domingos del año a comer en casa de mis padres y listo. Yo le digo a Paco que si yo caigo en una crisis como en la que ha caído él, ya se puede ir preparando pues se la va a comer él solito como yo me comí su crisis sin ayuda de nadie. Aquí se prestan a ir al ingreso por enfermedad de mi hermano pero luego pasan del enfermo ampliamente. Es lo único que hacen: llevar en coche al Hospital a mi hermano que bien lo puede hacer un taxi. Ni siquiera fueron a verle al Hospital. Ni siquiera vinieron ninguna tarde a ver sus padres y a mí, que teníamos a un familiar en el hospital. Ni siquiera me ayudaron alguna tarde a distraer a Paco, que le tuve pegado a mí tres semanas hasta que se curó del todo. Vaya gente. Mis padres ya no están para ayudar a nadie. Están mayores y habrá que ayudarles a ellos cuando no puedan ya ni con sus huesos. Pero, ¿esta gente? ¿Se dará cuenta de lo que es una enfermedad mental algún día? ¿o creerán que nos inventamos nuestra enfermedad Paco y yo? O, simplemente, ¿pasan olímpicamente de nosotros? Yo creo que pasan olímpicamente de nosotros pero es que yo también paso olímpicamente de esos que no nos han hecho ni caso ni nos lo harán nunca al paso que llevamos.
Pero que no vengan luego a reclamar nada. Porque no va a ver nada. Y que no den ya más consejos. Se los pueden meter por el culito todos.

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