domingo, 24 de junio de 2018

Aprieta tanto el calor que con huir de él ya tenemos bastante. Las horas centrales del día son un tormento si no estamos bajo techo y con el aire acondicionado enchufado. Yo he pasado el día medio aburrido. La repetición de las cosas del domingo me aburren, me aburren las conversaciones, me aburro yo mismo.
Después de echarme la siesta (dormido es como se está mejor en estas condiciones) busco en internet los temas de Biopsicología que he suspendido y procuro entenderlos pues el libro los explica bastante atropelladamente.
Es lo que haré estos días, además de leerme los otros libros que tengo de otras asignaturas.
La vida va lánguida como un río seco. Las cosas pasan a la velocidad de un caracol. No hay día que no lamente este verano de calor inmundo. No escribo ni un línea que cuente ni un minuto de la vida de un personaje cualquiera. La gente me aburre con sus conversaciones de siempre. Procuraré andar a Las Rozas todos los días porque es la única manera que tengo de romper la monotonía.
Fumaré a ver si fumando mato ratos de larga espera a que no pase nada.

Los veranos ya no son los veranos de hace unos años.

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