lunes, 13 de noviembre de 2017

Siempre que llega la fecha de mi cumpleaños, los astros se conjuran para que mi hermano gemelo y yo regañemos y yo esté tenso por una serie de circunstancias adversas. Este año no podía ser menos: con mis amigos los mendigos me he rebotado de modo que ya no pienso pagarles ni una cerveza más ni darles ni un cigarrillo más. Resulta que explotan su condición de pobres para sacar a los demás todo tipo de cosas. Su situación no es preocupante pues uno vive en un  local cedido por la amante lesbiana y rica de su hija. El otro vive con un hijo único aburrido y pensionista. El otro día se bebieron cinco cervezas cada uno de varios que vamos al parque y les invitamos. Ellos no pagan nunca. No invitan nunca. Yo los llamo los chupópteros pero además son malhablados, mentirosos y manipuladores y se aprovechan de toda persona que pueden. Antes pedían dinero con descaro, ahora van a supermercados a pedir limosna pero no invitan. Nunca. Yo he pensado dejarlos de ver porque es mucha la miseria moral que arrastran. Mi cumpleaños es el martes y el jueves mi hermano gemelo va a invitar a esa gente a comer. Yo no iré. Ya no me gasto ni un duro en ellos después de invitarles todo el verano a cervezas y cigarrillos. Otra cosa que me pasa es que he hecho amistad con uno que me pide cigarros y si no se los doy dice: "Arrieritos somos". Me jode porque es otro chupóptero. Me da asco que haya tanta gente así por el mundo: que se arrastran por un cigarro o una cerveza ajena. En fin, me veo abocado a una soledad por no aguantar gorrones y chupópteros de estos asquerosos que hay en todos los sitios donde uno vaya. Pero lo que me jode más es que no hay otra cosa por la vida.

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