martes, 19 de enero de 2016

Mi cerebro es anormal. Mi cerebro crea obsesiones. Me obsesiono con el comportamiento de los demás, con el comportamiento inadecuado de los demás. Yo, entre gente educada no me obsesiono pero con gente autoritaria, que no respeta la leyes conversacionales o que abusa de su poder o de su status para despreciar a los demás, me obsesiono. Yo he sido educado para estar con gente que me respete. No soy un energúmeno que manda a tomar por culo a quien me molesta. Yo me callo y aguanto. Pero luego viene la obsesión.
La obsesión consiste en pensar en una cosa o persona durante mucho tiempo sin poderlo evitar. Esa obsesión me produce insomnio y tengo que tomar pastillas para dormir. El sueño placentero parece que me quita las obsesiones. Si me hacen daño, yo no sé responder, yo no he sido educado para responder sino para callarme. Si yo digo que he visto un caballo y me dicen que no era un caballo lo que he visto me tratan de mentiroso o de tonto. Pero yo me callo. Y luego viene la obsesión porque la gente es bestia, autoritaria y quiere imponer su voluntad y su criterio a los demás a costa de lo que sea. A Paco no le pasa esto. Paco es más neutral. Cuando estoy entre gente autoritaria, soberbia, me callo. Es lo mejor. Como y callo. Y que se vayan y que hablen con la pared de enfrente.

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