viernes, 7 de febrero de 2014

Yo he sido profesor de literatura española y he leído a los autores. Había muchos, desde Cadalso, autor desconocidísimo, que criticaban la vida, la sociedad, las costumbres españolas. Luego vinieron otros que decían que había que transformar España; así, con mayúsculas e intervinieron en política y se mojaron. Un caso típico de descontento con lo español fue Larra, que quizás se suicidó, entre otras cosas, por ese descontento. O sea, que es muy típico de los escritores españoles el estar a disgusto y escribirlo. Se salva y no en toda su poesía, la generación del 27, aunque algunos de sus miembros también estuvieron descontentos y sufrieron el estallido final de ese malestar español. Esa es la palabra: malestar. El que escribe debe sentir un malestar con lo que le rodea. Pues en el escritor español, ese malestar está garantizado por naturaleza. El escritor español tiene motivos de sobra para estar quejoso desde que se inició el primer verso en los albores de nuestra literatura. Pues, ¿no estaba quejoso el autor del "Mio Cid" por ver desterrado a ese buen vasallo si hubiese habido buen señor? Ojalá la cosa se vuelque un día en España y tengamos un buen señor para poder ser buenos vasallos o ciudadanos, que creo que de por sí, los españoles, lo somos.

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