sábado, 15 de febrero de 2014

Delicada como un lirio, absurda como la arena, importante como las palabras, llena de muerte, niebla y sueño; así avanza la vida.
Y si no tuviéramos los afectos que buscamos como animales, si no tuviéramos el apoyo de los que nos quieren, aunque sea en el desierto de la soledad, la vida solo sería fina y absurda como la arena.
Menos mal que a ningún ser humano se le niega un gesto amable, una mirada de comprensión o de perdón, algo que le haga sostenerse sobre sus piernas y no lamentar estar vivo sin ningún sentido.
Menos mal que un ser humano distingue a otro enseguida y aunque le trate mal, tiene la conciencia de que lo hace y si no la tiene, habrá una justicia férrea también para él.
Nos da la sensación de que los malos no pagan. Es solo una sensación. En esta vida todo se paga y si no es con la justicia, se paga en el último pago, con la muerte. La muerte nos iguala. A los corderos con los lobos. Solo hay que tener paciencia a que eso ocurra. Dice un refrán: deja que mi enemigo pase por mi puerta.

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