viernes, 9 de diciembre de 2016

Ayer no cogía yo el sueño porque un personaje de mi novela me rondaba la cabeza. Tenía que trazar su recorrido vital y después de darle muchas vueltas, me lo inventé de cabo a rabo. Un día de estos pondré por escrito todo eso que me bullía ayer noche. Me dormí a las dos de la mañana o cosa así. Pero no estoy muy acorde con algunas cosas que inventé, no me parecen verosímiles y creo que debo sacrificar algunas invenciones para que el personaje resulte creíble. Los escritores nos debemos a la verosimilitud aunque escribamos de zombis. Todo debe parecer real, que pueda existir en las páginas. Por eso no debemos caer en la incoherencia, en que la historia chirríe.
En mi vida no me han dado nada gratis excepto los mil duros que me daba mi padre cuando estudiaba. Lo gastaba todo prácticamente en libros. Cuando dejé de estudiar y empecé a ganarme la vida, el dinero y mi móvil fueron como una salida hacia el exterior. Me sentí libre. Y mis deseos de ser escritor, que nunca me han abandonado, hicieron que yo tuviera siempre una meta, a pesar de que el camino no esté muy bien señalizado. Publicar es difícil pero como algún día yo publique algo de importancia, me sentiré el hombre más feliz del mundo. Porque ver un libro mío en el escaparate de un librería es el sueño de mi vida.

No dejes de soñar para seguir viviendo.



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