jueves, 9 de abril de 2015

Nublado y ni una gota. Eso puede parecer una metáfora de mi presente. Se avecina la lluvia pero no cae. Se provoca una tensión el aire que no se desfoga en agua beneficiosa. El producto de mi trabajo es lento, es de mucha constancia pero no hay resultados tangibles. Es una terapia el estar pendiente de crear, de inventar algo agradable pero luego ¿qué?
No llueve en mi vida de jubilado, no cae ni una gota pero hay que insistir en ir juntando nube tras nube hasta que se cree la tormenta que riegue la tierra.
No llueve y es muy triste que no lo haga porque las esperanzas se rompen contra el azul del cielo o las nubes que se juntan sin objetivo alguno.
Lo único que hacen las nublados es crear una tristeza continua que no desemboca en lluvia y eso crea malestar y unas esperanzas que se rompen al atardecer, cuando esas nubes se vuelven a separar para unos cuantos días.
Yo quiero que llueva algo, que caigan gotas como puños y lo que hago se vea recompensado de alguna manera, no con falsas promesas de grises cielos.

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