viernes, 11 de enero de 2013

Ayer pasé una mañana muy aburrida con David. No debo perder el tiempo. Le hice un aparte al respecto: Me daba la sensación de tiempo perdido.
He pensado que para febrero procuraré levantarme a una hora razonable, me enfundaré el chándal e iré a andar a Las Rozas.
Debo persistir en la novela del mendigo. Debo exponer en una hoja todas las ideas que se me vengan a la cabeza para seguir con el mismo tono "consejero" que tiene la novela al principio. Quiero que sean aldabonazos a la puerta del lector sobre cómo es la vida y las añagazas que nos reserva a los pobres mortales esa misma vida que vamos viviendo. Para ello, no importa tanto el argumento, que puede ser mínimo, sino el tono, la forma en que planeo la novela. Su extensión no será grande: lo asemejaríamos al "Extranjero" pero con poca parte narrativa y sí una gran parte reflexiva del propio mendigo. Quiero defender la tesis: "alguien se hace mendigo por propia voluntad" porque me parece atrayente porque recuerda a los santos del medievo.
En cuanto a la novela del matón la tengo que dejar olvidada pero es muy irónica y divertida, así lo creo yo y daría mucho juego. Pensé muchas cosas para ella pero no las apunté, de modo que cuando empiece a leerla otra vez tendré que retomar las ideas que me surjan.
La novela de la africana va bien y no desecho meter pasajes que no me gusten del todo para avanzar y acabarla de una vez. Voy por la página 100 y debería leer del tirón esas 100 páginas a ver qué sensación me hacían.
Lo importante es despertarme pronto en febrero para hacer ejercicio y perder esos kilos que tengo aposentados en el abdomen. Luego, me dedicaría a las novelas.


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