lunes, 1 de abril de 2024

 El dios de la rutina no sé cómo se llamará pero es el que nos pone mirando al presente, al pie de la calle. Yo iba mirando cómo una persona se enfrentaba a la realidad de ahora: iba esa persona renqueando, medio caído de un lado. Pero iba. Esa es la cuestión. El ir poniendo minuto tras minuto la atención en la existencia nos hace humanos de la calle, de la acera consoladora a veces. Es lo que hay. Se mece en el tiempo y en el espacio una masa de gente que huele el futuro y huye. Huye hacia adelante, hacia el futuro también. Todos vamos en la misma barca, en el mismo vaivén. Cuando percibo que yo voy camino de la gente, gente me vuelvo, gente soy, gente que pasa por las horas más gastadas de la ciudad. Mi vida es la vida de los otros también. Sea loado el dios de la rutina por siempre.

Han debido pasar todas las lágrimas del mundo

para que entendamos qué hacemos aquí.

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