sábado, 4 de junio de 2016

He estado viendo en El Mundo la historia de la novela titulada Aventuras del soldado Svejk de un escritor checoslovaco que hizo un poco de todo y se convirtió en dirigente de la revolución rusa y se casó con una rusa. Lo más importante que hizo fue escribir esa novela que le dio fama internacional pero murió a los 39 años por lo borrachín que era. Yo por lo menos no bebo y ya he durado más que ese tipo, claro que lo que yo escribo no es admirado internacionalmente.
El caso es que yo escribo a modo de terapia y para estar ocupado en algo, no me importa mucho la calidad de mi obra aunque de otro modo, si me importa pensando en sus posibles lectores, que no los tengo por ahora. Bueno, mis novelas las lee Carmina, una amiga que tengo y me da un veredicto, siempre benévolo. Mi hermano suele ser un tanto intransigente con lo que yo escribo y no le suelen gustar, siempre les pone pegas a mis novelas. El caso es estar entretenido y volcar en las novelas mis preocupaciones y fobias y manías para que no se queden dentro. Punto.

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