domingo, 6 de agosto de 2017

Al igual que Bob Dylan nos canta sobre solitarios vagabundos, la literatura está también llena de desdichados. No sé cómo acaba  Ana Karenina pues aun no la he leído pero supongo que mal, al igual que la Regenta o los personajes de Dostovieski. La vida pasa factura al igual que la literatura se la pasa a sus personajes.
Todos podemos convertirnos en una cucaracha. Todos podemos vivir una noche mala en Nueva York. Todos somos el capitán Ahab. De eso se trata. De que todos tengamos algo de esos personajes a los que dio vida la imaginación de un escritor.
He estado leyendo "El coleccionista". Me parece una buena novela. Cómo lleva el autor una relación de tan solo dos personajes me parece fantástico. Cómo va dosificando el conflicto y el drama que hay allí, entre ellos. Cómo, la solución nos la va a ofrecer después de registrar todos los matices de la relación cruel que se da entre ambos. Y he leído "El hombre de traje gris". Me parece una historia bastante convencional, no muy original en la idea pero no la he acabado. Esperaré a ver qué me ofrece. Y he leído "La vida negociable" de Luis Landero. Que es una mezcla de vida de pícaro y de descripción de un alma humana podrida, que empieza mal ya desde los inicios. Parece una novela construida a golpes de invención pero tiene partes muy buenas.
Y en fin, he leído "El calor de agosto" pero solo, dentro de casa, como si el calor que hacía en la calle fuera audible, físico, corpóreo. Es una novela asfixiante, futurista y amarga, como el destino de los hombres.

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