Aquellos que denuestan el trabajo son unos vagos que van trampeando por la vida, no quieren hacer nada, son unos pijos de mierda que han vivido drogándose, comiendo bien en las mejores urbanizaciones de la zona noroeste de Madrid. Aquellos que denuestan el trabajo son gente de la que uno no se puede fiar porque les dan arrebatos de furia, son gente penosa que opina que el trabajo es malo. Yo, si soy algo hoy en día, es gracias a mi trabajo. Veinte años lidiando con adolescentes mezquinos y a la vez exigentes, no siempre ha sido así pero me acuerdo de los peores. Levantándome a las 6 de la mañana para no contaminar con un coche, para coger el tren de las 7 y tomar un café y meterme en las aulas con la fuerza de un león, que es como hay que entrar en las aulas. Todo lo que me pasó lo dejé escrito en un libro que se llama "El profesor enfermo", tan bueno como breve. Y no digo más de los vagos y perros de este mundo porque no se lo merecen.
El poeta trabajaba en sus poesías.
Escribir poesía es un trabajo. Hay detrás una gramática, una ortografía, una música de las palabras, etc.
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