jueves, 26 de diciembre de 2024

 Rizos rubios y lánguidos de muchacha en flor, callejones de la ciudad donde se pierde la compostura y la timidez. Todos somos candidatos a volvernos felices sin apenas darnos cuenta. La vida se aglutina y late frente a unos pechos de mujer. La camisa lo dice todo, la camisa resalta el deseo como un ladrido inmenso de algún can. Tú eres tu camisa y tus caderas son el hilo de cobre que gira y gira. La mesa ya está puesta y los comensales aprueban la comida con regüeldos propios de un elefante. El agua corre debajo de nuestros pies pero no la vemos. Si pudiéramos hablar con las raíces de los árboles, cuántas cosas interesantes sabríamos y no el lloro estúpido de un homosexual.

Una estatua ciega nos dice qué tenemos que hacer.

Abajo con la puta estatua de una vez.

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