miércoles, 18 de diciembre de 2024

 La gente debe preocuparse de su salud corporal. Yo me tengo que preocupar de mi salud corporal y mental porque padezco una enfermedad grave y crónica. Yo no me levanto como otros sin pensar en las traiciones de la mente. Puedo despertarme triste por efecto de las pastillas que me tomo por la noche, puede darme ansiedad para toda la mañana. Cualquier acontecimiento que se inmiscuya en mi rutina puede provocarme un temblor mental. La gente no, la gente bebe alcohol, se mete drogas, baila, ríe, trasnocha y no le pasa nada. A mí sí me pasaría, por eso no lo hago. Tengo muchas limitaciones. Viajar, que me gustaría mucho, se vuelve una tortura al pensar que una vez en destino me podría dar un crisis y a ver dónde me metería, a quién acudiría. La vida es así de dura: lo que te toca te ha tocado y no hay lotería que lo arregle. Yo he llevado una vida de estrecheces vitales, valga la redundancia, por esta puta enfermedad. Y además, he sufrido con la enfermedad de mi hermano. Somos dos enfermos que no pueden hacer lo que desean: ni beber, ni viajes, ni trasnochar.

Dormir te puede privar de la realidad de las auroras.

Pero, ¿para qué quiero yo las auroras?

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