Un airecillo suave me refresca todo el cuerpo, sobre todo la cabeza. Me despojo de toda ruindad, me lleno de clarividencia, me restriego de gusto. Los días pasan y todo pasa con ellos: la decisión equivocada quizás, la dolencia del estómago que tanto nos preocupaba, el amor que ya es cariño hacia esa persona que está a nuestro lado. En fin. Todo pasa. Es la gran lección que te da la vida. Que te acuestas a las 10 o a las 11 y al día siguiente han pasado muchas sensaciones, sentimientos u odios que has albergado todo el día. Y así siempre. Somos un camino, nunca un pueblo o una ciudad. Los pueblos y ciudades tienen una complejidad que ninguno de nosotros tiene. Por eso solo somos camino.
La primavera joven quizás llegará para mí
para olfatearla y saborearla y oírla una madrugada de abril.
No hay comentarios:
Publicar un comentario