El cetro del pueblo no es más que el bien común y la razón. Y los pueblos tienen el derecho y la obligación de enarbolarlos con fuerza cuando los que mandan no obedecen más que a una disputa inútil, a una política errática. Los pueblos son más inteligentes que los mandatarios, saben lo que quieren mientras que los políticos se pierden en acusaciones que no llevan más que al caos y la ingobernabilidad. La gente no está para rencillas y críticas encendidas de unos y de otros. La gente tiene necesidades que han de quedar cubiertas y en eso es en lo que el gobierno debe centrarse. Pero últimamente, lo que vemos es un patio de colegio lleno de insultos, de acusaciones, de estupideces. Viva el pueblo. Caigan los políticos necios.
La política es el arte de gobernar.
Pero ya lo dijo Groucho: los políticos crean problemas donde no los había y los dejan sin resolver.
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