Hoy ha sido difícil remontar la mañana. Me he despertado como si llevara una bola al tobillo, como los reos de antes. He leído el periódico poco rato y la calle me parecía algo difuso y ajeno. Pero luego iré a ver a mis amigos y puede que se conforme algo así como una tregua entre al día que ha nacido y yo. Me resulta también difícil escribir aquí estas líneas, como si escribiera a una persona a la que hace mucho tiempo que no veo y no encuentro la manera de dirigirme a ella. De todas formas, un vientecillo de alguna ventura sopla de frente y me despabila el flequillo, como diciéndome que la libertad de los días vendrá pronto. La mañana ya me ha asesinado un poco las ganas de vivir y la envidia de pensar que hay gente que se va ahora a México, a la playa, me ha roto por la mitad. El mundo se mueve y yo no. El mundo disfruta y yo no. Vendrán días de disfrutar de la vida, sin duda, sin duda. La navidad ya se huele al cabo de la semana. ¿Comeremos más de la cuenta? ¿Nos iremos a París? ¿O a México? ¿O a Canarias? No nos iremos y seremos felices después de que pase este maldito lunes.
Caminatas kilométricas no pueden ser.
Descansaré a la vera de la tarde.
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