Ya ves qué tontería: llenarte de humo los pulmones que te va asfixiando, que te va matando. Pero como dice la Celestina: viva la gallina con su pepita. Las vidas son unas y singulares. Hay gente que se muere por el vino o el café. Hay gente que se obsesiona con correr 40 kilómetros en un tiempo determinado. Hay gente que colecciona relojes. Hay gente que escribe blogs. Y hay gente que se va muriendo sin tener un solo vicio. Las gentes van pasando, vienen otras gentes con otras costumbres, otros credos, otras opiniones. Viene gente mala para el país, viene gente a la que se le da de todo y no lo agradece siquiera. Los días pasan y las noches pasan. El calor de la hoguera languidece. La alcuza se llena y se vacía en cuestión de horas. Ahora hago una tortilla; después, un cocido. La pena se estremece en el costado, creando una llaga. Vendrán días estupendos para la canalla y para los que creen en el amor. Todo pasará. Todo pasará.
El ángel derribado remonta al cielo, sube con ansias, sus alas perviven.
El mal no dura cien años.
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