Obligados a vivir, qué más nos da lunes que sábado, navidad que año nuevo o semana santa en la ciudad. Los barrios se reparten por España, en sus ciudades grandes como Madrid o Barcelona. Y el barrio es como un amasijo menudo de plumas y sangre. El barrio es como ese chico que reparte pizzas, como ese chino que entiende poco el español, como esa abuelita que se agarra al andador pero no teme caerse nunca. Las cosas se van como se vienen, lo que dura es el alma, el alma desechada de Dios que nos vuelca en la Tierra y allí nos las den todas. El cielo está hecho de bondad y belleza y algo hay de esas dos cosas en el mundo si miramos bien. La luz que llega del cielo nos alumbra un día más para que suframos o disfrutemos, para que nos escondamos de los demás o salgamos a su vista y nos juzguen.
En un rincón descansaba un hombre su pobreza.
La riqueza de los anuncios no es tal, nos engañan tanto oro y tanto vestido de lujo para que compremos una felicidad pobre de razón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario