jueves, 19 de diciembre de 2024

 La nieve ya no nace nunca. La nieve está escondida entre esa neblina alta y sucia de contaminación que hay en lo alto del cielo. La nieve se reporta, se achica en su mísera condición de nieve blanca oculta. La nieve no aparece para no darnos la alegría de lo blanco y frío. Los hombres del tiempo, todos ellos reunidos y confabulados, anuncian la nieve pero la nieve no viene aquí, tan bajo, tocando el nivel del mar. Cantamos al frío como envidiosos de Dios, que lo puede todo a pesar de los ateos. Cantamos al ser supremo, sobrenatural que está llegando pero la nieve no llega. Nos disponemos a pasar el invierno festivo, a pasar las luces por nuestros ojos ateridos, pero la nieve no aparece. La nieve se acurruca en las nubes descreídas y el meteoro no la deja caer sobre la tierra. La nieve no está. La nieve alcanza el deseo de no caer en copos densos como los testículos de la urraca.

Prado de amena primavera, prado de luz y de armonía:

no dejes que te pisen esos imbéciles ultras y te arrojen al invierno otra vez.

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