miércoles, 4 de diciembre de 2024

 Yo busco en mi paseo la estatua de una niña con la boquita abierta y los ojos fijos en el infinito. Yo busco cuando ando una libertad de un pensamiento amistoso, de una luz que dijeran los dioses para que volvieran las flores. Cuando camino yo miro las alas de los pájaros más que los graznidos groseros del egoísmo. Cuando doy paso tras paso hacia la concordia, me hallo con una confusión que me agota y que me agita. Mi camino pobre no necesita dibujos muy bonitos sino la unión de dos pareceres enfrentados. Ojalá haya algo que borre la lucha, que mate la ambición, que suprima la soberbia. Ojalá, al final de ese camino que sigo, vuelva a ver la estatua de la niña, la niña de ojos negros, la niña que abre la boca y mira al infinito. Es navidad. Tómatelo como quieras pero no hagas sufrir a nadie.

La magia de una playa acerca el sabor de un amor fundido

en el dolor de no entenderse, de no saberse humilde.

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