Y a escribir de nuevo. Me gustaría ir a París pero ya no queda nada de la bohemia parisiense. Las últimas batallas las libraron los chalecos amarillos y no tenían nada de intelectuales los que protestaban. Me gustaría volver a los tiempos de Baroja en que la miseria se juntaba con los pintores y escritores. Tenía algo poético esta conjunción de pícaros y artistas. La revolución ya no es posible, solo cabe la revolución climática, ecologista, planetaria. Los trabajadores ya no son trabajadores, son consumidores de Amazon. Las huelgas están desterradas. Solo cabe hacer la guerra al diésel y luchar por el coche eléctrico o de hidrógeno. La lucha es para quitar a las madereras del Amazonas un trozo de tierra para los nativos. Y que las ciudades se blinden contra la contaminación. Rebelión ecológica, pues. El planeta se hunde en la miseria de las minas y las explotaciones que cortan árboles sin ton ni son.
El planeta nos acoge a todos.
Hay que luchar por él.
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