No sé si lo he visto en una película o lo he soñado pero había un padre casi analfabeto que se ponía en el salón con sus hijos y hacía que leía una novela porque sabía o tenía la intuición de que los niños hacen lo que ven. Todas las tardes de invierno, ese padre que no comprendía la mitad de las palabras de los libros, se cogía uno que compró de baratillo y se ponía a leer. Un día, el hijo pequeño preguntó: ¿qué haces papá? Y el padre dijo: leyendo. Yo también quiero leer. Y el padre empezó a comprarles libros bonitos y se inventaba lo que leía pero no leía: un día era de la selva y otro día era del mar. Y así ese padre garantizó que sus hijos leyeran. Hoy en día, los jóvenes no leen. Así, no tienen vocabulario básico de su propia lengua. Así, van a la universidad y no comprenden ni el libro más sencillo y menos, los de su especialidad: un desastre. Hagan los padres como este hombre que era analfabeto pero sabía lo que sus hijos necesitaban.
Leer es básico para aprender, sobre todo cómo funciona tu propia lengua.
Y leer te aproxima a otras realidades no tuyas.
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