Aunque creo que ya lo mencioné en este blog, voy a refrescar la memoria de un cuento de Chejov que trata de un padre de familia que viene de trabajar y cena y debe escribir para ganarse el sustento de él y de sus hijos. Se queda dormido y despierta de madrugada. Luego, se pone a escribir muy frenético porque no llega a las líneas precisas que tiene impuestas. Chejov no dice de qué escribe. Tampoco dice para quién escribe, si para un periódico o para un escritor que se vale de los llamados negros. Escribir como imposición debe ser penoso y escribir para otros también. A mí me hubiera gustado que Chejov hubiese mostrado en su cuento qué escribía este señor. A lo mejor era algo notable o era para las novelas llamadas modernamente de serie B. Hoy en día quizás también se dé este hecho, el del escritor alquilado, el del escritor esclavo de otro escritor que escribe a la fuerza, por dinero rápido. Puse en un chat la referencia de este cuento y los que allí chateaban pensaban que era algo muy usual, esto de los negros literarios. A mí me parece difícil que haya este tipo de escritura. Pero por dinero se hacen un montón de cosas que ni pensamos.
Escribimos para pasar el rato una carta, un relato, una memoria...
Y queremos que el lenguaje sea bonito, palabrero, decidor...
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