De las mesas surgió un murmullo.
Había entrado por la puerta un grande zurullo.
Engominado y triste, pena las horas de metrosexual antiguo.
Le ha dejado la novia, le ha dejado la vida
atrapado entre la gente y atrapado en su lío vital.
Quiere charlar pero él nunca charla.
No le hacen ni caso en las mesas del bar
y siguen a lo suyo.
Este hombre tonto, de pergamino la cara
se va del bar disgustado. Nadie le ha dado pie
a contar su tragedia.
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