sábado, 2 de diciembre de 2023

 Ya es machaconería en este blog hablar del ayer y de cómo pasa el tiempo. Pero es que lo hacemos todos los días de nuestra vida. Todos los días nos damos un baño de realidad y nos vemos más viejos. Es algo humano. Es el pan nuestro de cada día. A no ser que estemos en una situación de buscarnos la vida diariamente como por ejemplo se la buscan los sin hogar en la calle. Esos no tienen tiempo para consideraciones estéticas (me quedo calvo, me ha salido una arruga, estoy más viejo...) ya que tienen que comer y buscar un sitio para dormir. Comer una comida que no es suya y dormir en sitios que no son suyos, todo es dado. Envejecer no es lo suyo. Lo suyo es luchar para pasar otro día con el estómago lleno. No hay en ellos consideraciones sobre el paso del tiempo. El paso del tiempo les avasalla a ellos en la calle mendigando quizás para un litro de vino que les haga olvidar su funesto pasado, su triste destino y su penoso presente. No hay transición para ellos entre el pasado y el presente. Es todo una secuencia de infortunio. Nosotros sí tenemos un espejo o un recuerdo de nuestro pasado metido en la sesera. Vivir en la calle tiene el ritmo de la novela de aventuras y en la aventura no pasa el tiempo, no da tiempo a pensar en el paso del tiempo.

Recordó su pasado.

le supo insípido, como el agua, como el aire.

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