Donde fuiste feliz una vez no deberías volver jamás. Porque aquel lugar ya no esconde los jacintos en flor, porque ya no hay a quién querer en ese lugar, porque los bares donde fuiste de ese lugar solo esconden una esquinas borrosas de novedad que no entiendes. Deberías coger un taxi que te llevara a Cádiz. En Cádiz, la brisa marina te anunciará como a un ángel con alas que puede volar. En Cádiz y en Jerez la vida surte un chorro de agua purísima que ya no surgirá en aquel lugar del que te dice el poeta que ya los claveles están marchitos, que ya la gente nueva no te conoce ni te habla. No vayas ya nunca a ese lugar de rincones desgastados por la sombra de la decadencia. Además, la frutera te dijo que el boxeador se levanta de la lona, pero ese lugar ya no se levanta y está tumbado, está muerto.
Vivir en aquel sitio debe de ser horrible.
No se ven gentes por la calle un día de fiesta.
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