Ya he puesto en el fogón pimienta y tomillo para hacer de la comida algo más digerible. Hoy toca costillas con patatas. Ayer fui a un barrio modesto, humilde. La gente hablaba por la calle, había unión entre los vecinos. Dice una cabeza sabia que los humildes se unen, comparten su humildad. La luz enorme de una piedra que rueda en el río y rompe sus aristas de pronta dureza estalla cuando llega al mar. No todos estamos hechos para el viaje. No todos podemos ser cantos rodados. Llevamos algunos una impronta en la sien que nos impide rodar y rodar en el lecho del río. No amamos la rutina los hechos de argamasa, los que formamos esa masa de rotura de cabeza por dentro. No sabemos salirnos de nuestro presente vago y parecido a una nuez. No sabemos hacer un hatillo y salir en dirección al mar. No sabemos más que de nuestra enfermedad del demonio.
Daban la espalda a una figura ni tan siquiera entrevista
pero que estaba allí para decirles que estaban locos.
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