Ya están desnudos los árboles de esa gente suave y aterciopelada que los poblaba. Cuando llegue el invierno, supongo que hará más frío que ahora y esa gente será recogida por los barrenderos en un acto público de regeneración. El invierno trae la navidad de su mano, la va llenando de frío pero este año no nieva en las cumbres. Es una anomalía pues dice el refrán: por los santos, la nieve en los altos. Esperemos que nieve para que vayan esos forofos de los esquíes a pasarlo bien deslizándose por la blanca alfombra. La melodía de la espiga llegará mucho más tarde, mientras las sábanas recogerán nuestros cuerpos unas cuatrocientas veces más y soñaremos con Dios o con el diablo, según hayan sido las intenciones de ese día. Todo el mundo tiene escondido en su alma la facultad de hacer el mal o el bien. Pero si somos prudentes, no haremos el mal. Es navidad. Procura ser feliz.
Un viento ya gustoso y oliente venía del mar.
Las algas presumían de la sal y del agua.
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