Cada día me cuesta más romperme el pecho. Cada día me trae la desolación de la quimera. Muchas veces. A lo mejor mi poder de abstracción no funciona. Voy paso a paso y mis pasos son débiles, no llegan a un sitio de conformidad con mi existencia. Un deseo de realidad, de oro bruñido, se crea en mi ánimo y dices que no puedes, que no puedes. Por todos nosotros es sonora la vida, hace ruido la calle, la gente se impacienta. Muy pocos han llegado hasta aquí, otros han muerto por menos. Tras el mundo habitual, un mundo ardiente me espera en cuanto despierto al día, columnas gruesas de valientes hechuras me rompen el horizonte torpe de pájaros que cantan las libertades de los locos.
En un ligero esfuerzo de la bicicleta
van pasando corredores, deportistas, quizás atletas.
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