Nos modela la niebla de la mañana, la honda cautividad de los días pasados, el dolor de no ser lo que fuimos ayer, el sucinto pasaje por las noches de frío bajo la manta. Está muriendo gente, hay guerra en muchos sitios del planeta Tierra. Deberíamos todos rezar por que se acabaran esas guerras. Pero no se lleva eso de rezar, estamos en una laicidad torpe que no conecta con Dios y así, no le podemos pedir que acaben las bombas y la muerte. Dios trabaja para que la simiente humana despliegue su amor hacia Él, pero nosotros nos perdemos en un día sin esplendor, en un designio infértil al no recurrir a las oraciones que nos han sido enseñadas. Todos nosotros deberíamos clamar a Dios porque toda iniquidad muera, todo odio se consuma, todo fuego mortal se apague de una vez. Pero no rezamos como hacía Gandhi, como hacían muchos otros, como quizás nos enseñaron. Es navidad. Sé feliz. Pero acuérdate de otros que están sufriendo.
Lástima de saber en estos ojos
la violencia del odio y su manera sanguinaria.
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