Bajo las miles de capas de cielo azul, dormimos o morimos o despistadamente vivimos. Así se hace el mundo: los países se contraen o gimen por las bombas o mueren. Los pétalos pisados por unos pies desnudos exhalan su vida como el aire. A todos nos toca sufrir tiranos, a todos nos tocó una guerra lejana o cierta, en el ahora más duro. Las aves tenaces que nos sobrevuelan imponen su ley, su silencio, su tiranía de normas quebradas. Los gritos sofocados y las conversaciones por la igualdad rompen un cielo cada vez más sucio, cada vez más imperioso, cada vez más prepotente. Nos acercamos a ese nogal extraño, a ese dolor de cabeza, a esos ruidos que hacen los poderosos. Poco a poco, el mal avanza en forma de locos, de perros escapados, de deseos de ser otros, más ellos y menos nosotros.
Los grandes ojos húmedos se levantan
y dicen adiós a tanta tiranía.
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