Aquí, en diciembre y estos barrios, hay grupos de personas que andan buscando un brebaje que los haga insensibles a la desilusión. Al margen están desde hace muchos años, sin nadie que venga a rescatarlos de su espera continua, de su pasado oscuro, de su presente cansado. Se ponen en los bancos y beben y olvidan el día según entra y se emborrachan con fuego, dolor y peleas. Así pasan los días estos hombres amargos a los que nadie quiere y el barrio los acoge, acoge su sombra, sus gritos de beodos, su pasar escandaloso. Van pasando los días y no hay atisbo de mejora, el barrio oscurece sus vidas de leprosos sociales, de caterva de aislados, de ebrios sin remedio. Espero que haya alguna solución aunque solo sea para alguno de ellos y se salve de estar maldiciendo el mediodía.
Canta mi canción, adórame si sabes y quiéreme bastante
para que pueda seguir habitando este día, viviendo un poco más.
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