Todo eran chillidos al amanecer. El miedo a vivir lo mismo le acompañaba. Escribía. Dolorosamente escribía versos torcidos. La calle era la calle. La televisión escupía noticias y anuncios, muchas noticias y anuncios. El pp, el psoe, así siempre. El chatarrero daba voces según recorría un itinerario consabido. Siempre había un siempre en su vida. Callaba lo que gritaba por dentro. Vivir así es ser fantasma de mí mismo. Pero los grises días de invierno, un invierno que no es, se le hacían un nudo en las vísceras, un dolor en la mente. Unas horas ya escritas le reventaban su tiempo. Iba a leer el periódico, lo que había en el periódico de humano y serio. Ya era martes, el lunes había dejado el poso de tristeza adecuado. No sonreía, sonreír es de jóvenes inconscientes.
La lucha por vivir el día
es la lucha más ardua y esquiva.
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