Cuando estaba en el bachillerato, ya leí en un libro de texto que España se estaba desertificando. Yo no me lo creía pero es así. Hay una atmósfera que se me cuela dentro. Es una forma de mortificarme. Lo llaman eco ansiedad o algo así. Las gentes no se dan cuenta de cosas porque no están informadas. Son gentes que viven la vida inconscientemente. Van a ráfagas. Van desnortadas. Juegan y juegan. El capítulo de la novela me trasladó a otro mundo. En cualquier tiempo o terreno siempre hay gente que va como el humo, bienhechor o malhechor, sin darse cuenta bien de la película de la vida. Yo me quedo a ver cómo termina, yo soy sincero con la vida. Me cubra de bienes o la sufra, soy un verso que cumplo con las horas que me han tocado en suerte. Tengo abierta la ventana, tengo abierta el alma. Los deleites infinitos no existen, existe la vida ni envidiada ni envidiosa.
La olla y el viejo y la mozuela y la resina de los pinos
están ahí, para que lo sepamos.
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